sábado, 15 de diciembre de 2012

Carta al niño Dios

Querido Niño Dios:

Hace como 18 años sufrí el día en que mi hermano, en un acto de valentía me dijo que tu no existías, que los regalos que siempre estaban al borde de mi cama eran de mis papás, que ellos recogían las cartas y las guardaban. La verdad ese día me desilusioné mucho porque desde pequeño había creído en ti, así como también creía en el ratón perez y otros mitos.

Hoy, después de unos 14 años te vuelvo a escribir. Pensarás que soy un ingrato por olvidarme de ti pero en una situación tan importante necesito acudir a ti, no a mis papás porque esta navidad no espero ningún regalo material, este año solamente te pido un regalo que sería el mejor regalo de mi vida.

Puedo decirte que este año me he portado bien, el primer semestre creí ciegamente en el trabajo de Richard Paez y durante 9 partidos de liga y unos cuantos de Copa Colombia asistí a ver a Millonarios todos los partidos sin importar el marcador. Bueno, falté a uno porque tu entiendes que hay cosas innaplazables y no pude asistir, sin embargo ese partido lo vi por Televisión. El segundo semestre, a pesar de la desilusión y ver como la fe en muchas personas se estaba diluyendo y un proceso que había empezado Richard Paez no tenía rumbo, con mi mamá creímos nuevamente en Millonarios con las riendas del profesor Hernan Torres y la esperanza de profesionalismo de toda la nomina de jugadores que jugarían Copa Suramericana y torneo local. La esperanza por la estrella 14 empezó a crecer y asistí a todos los partidos nuevamente.

Bueno niño Dios, en 24 horas ya sabremos la verdad, ya habrá pasado el momento decisivo y por eso me dirijo a ti hoy en mi blog. Porque cuando era pequeño pedía carros de juguete, muñecos, bicicleta, ropa, etc. Hoy te estoy pidiendo que nos cumplas el sueño que millones de hinchas al rededor del mundo estamos esperando. Te pido que esta ansiedad que estamos sintiendo todos, esas ganas de ponernos la camiseta, tomar transporte hasta el estadio e ir a acabar nuestra garganta con aliento puro y un amor desmedido valgan la pena.

Niño Dios, TE PIDO LA 14

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