miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Por qué estar solo?

Un parque cualquiera, un árbol cualquiera, un café de cualquier marca y de cualquier lugar, unas hojas secas cualquieras, un cuaderno cualquiera y una pluma negra cualquiera. Allá se encontraba José David, un Jose David cualquiera que llevaba su vida normal y que simplemente buscaba un espacio donde estar solo, donde poder pensar y analizar que sería de su vida. Claro, era un parque cualquiera, debajo de cualquier árbol tomándose su rutinario café y escribiendo acerca de su vida, pero no, no se trataba de un día cualquiera, se trataba de un día muy especial para él, un día en el que a pesar que veía mucha gente al rededor se sentía solo. 

Mientras pensaba sobre que escribir en su cuaderno, azucaró su café y se recostó sobre el pasto. De pronto, sintió un viento muy fuerte que estalló en sonidos el movimiento de las hojas y un corrientazo pasó por su columna vertebral. No, no se trataba del viento frío, se trataba de un papel que venía de un lugar cualquiera y que se había posado en frente de él con un mensaje que leyó más de mil veces mientras pensaba si era dirigido o no. "No hay mal que por bien no venga".

No sabía si sonreír por un mensaje claro o llorar por la manera en que decidió buscar paz mientras toda su vida se venía para abajo. Simplemente miro al cielo, tomó su pluma y sin pensar en nada empezó a escribir. Primero intentó una fábula, pero el reino animal no era su fuerte. Luego, le escribió una carta a la mujer que le robaba el sueño pero también la arrugó y la guardó en su mochila. Tomó otro sorbo de café y le escribió a sus amigos, tampoco servía la inspiración. De pronto empieza la lluvia y José David simplemente se recuesta en el pasto y deja escurrir esas lágrimas que llevaba adentro desde hace muchos años y que el orgullo no dejaba que salieran al aire. Lagrimas que se confundían con las gotas que se deslizaban sobre su cara.

¿Por qué estar solo? Era la pregunta con la que empezaría su escrito. No se trataba de egoísmo pensaba, tampoco se trata de buscar paz, la pluma deslizaba el agua y su mente cada vez estaba más bloqueada, no sabía que hacía allá, por qué había decidido aislarse, simplemente no quería nada, solo esperar que la lluvia pasara, leer y leer el mensaje que había llegado de la nada y esperar que las lagrimas simplemente se mantuvieran adentro.

La lluvia acabó, el día seguía gris y José David no había escrito nada más allá de una sola pregunta en su cuaderno, ¿Por qué estar solo?. Resignado ante su falta de imaginación, de entrega y de experiencias de vida decide levantarse del parque cualquiera, botar en la caneca el vaso de café que lo acompañó en su duro momento y guardar en su maleta el mensaje que el viento había llevado a sus manos. Decide subirse al bus y dirigirse a su casa sin esperanzas, sin inspiración y sin un motor que lo haga cuestionarse más sobre la vida, porque a pesar de estar en un lugar cualquiera y en una situación cualquiera, no era un día cualquiera, era un día donde tenía que tomar decisiones, asumir responsabilidades y darle forma a lo que toda la gente a su al rededor llamaban vida. Escuchaba una de sus bandas favoritas en el celular mientras miraba en su cuaderno la pregunta y se repetía en su cabeza, ¿Por qué estar solo?.

Última parada del bus y coincidencialmente era la última parada de él. Sin ganas de nada, deja pasar el mensaje que le llegó y lo bota también en una caneca. Totalmente desilusionado de lo que había sido su día, de como esperaba que las nubes le abrieran paso a la entrada de un nuevo sol, abre la puerta de su casa para ir a dormir. Lo que no esperaba es que su madre, su padre, sus hermanos y las personas que él no venía pero que siempre habían estado con él lo estaban esperando. Y no solamente lo estaban esperando sino tenían un abrazo para él, una muestra de protección, apoyo, incondicionalidad y fraternidad. Sin dar ninguna explicación él compartió con cada uno de ellos y uno a uno le agradeció lo que pasaba. Pasaron las horas y nuevamente se fue quedando solo. Entrada la madrugada cuando ya estaba solo totalmente salió de su casa en busca del papel de "no hay mal que por bien no venga" que había lanzado a la basura. Ya había pasado el camión y tal vez ese mensaje le llegaría a otra persona.

Vuelve a su casa, y en medio de un café y unas cobijas vuelve a tomar su cuaderno y ante la pregunta "Por qué estar solo? solamente decidió escribir "Aún cuando queremos estar solos y pensar que la soledad existe, hay personas que vuelven ese "solo" en "somos todos" y hacen parte de la vida de uno, uno nunca está solo".

Felipe Correa Vargas


Entrada dedicada a Ana Cristina Vargas, Jorge Alberto Correa, Juan José Correa, Adriana Correa, Lina María Guevara, Carlos Martinez y Luisa Fernanda Páez.

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